lunes, 2 de noviembre de 2009

Sang!


Sang! es una novela violenta. Sang! bebe de Tarantino y también de Boris Vian. Desconozco si su autor ha tenido en cuenta a estos dos creadores a la hora de abordar su historia. Lo cierto es que la contundencia con la que se desarrollan las escenas de muerte hace pensar en la coreografía milimétrica con la que lo hacen secuencias de Pulp fiction o Reservoir dogs, solo falta el sonido de los disparos y el color de la sangre tiñendo el suelo y las paredes. Porque la impresión que he tenido al leer esta nouvelle es la de que su autor, Xavier Bermúdez, ha querido superar un reto nada desdeñable: hacer de la violencia el eje que guía toda la acción. Desde el inicio de la historia, el narrador, que escribe en un tiempo prácticamente simultáneo a los hechos, se ve inmerso en una espiral de la que le resulta imposible salir. Una llamada de la policía le anuncia que un buen amigo suyo, con el que compartió años en la universidad, ha sido encontrado muerto. Cuando acude a su casa, le sorprende la presencia en ella de una mujer que asegura ser amiga del fallecido. Se llama Sophie. Vuelve a verla casualmente en la calle. La sigue hasta un local. Lo reconoce, comen juntos, llegan unos tipos, y el narrador sufre una amputación. Poco sabemos de su pasado. En pocos días, nos asegura, el Gerard que escribe poco o nada tiene que ver con el Gerard que descolgó el teléfono. Entre uno y otro se ha iniciado una cadena de destrucción de la que es víctima y artífice a un tiempo. Ha traspasado la línea que separa lo racional de lo canalla. Es un ángel de la muerte. Sin transición apenas. De ahí el desconcierto del lector, que asiste a su carnicería sin la justificación de lo inevitable. Él enarbola la venganza. Pero los clichés son llevados a tal extremo que la verosimilitud se resiente. A no ser que la finalidad del autor fuese paródica. En ese caso, se echa de menos algún guiño que saque de su estupor al lector, víctima, en cualquier caso, de un estilo que va al grano y logra herir.

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