domingo, 15 de noviembre de 2009

Firmin


Firmin es una rata fea y poco espabilada que logra sobrevivir con los restos que consigue extraer de los pezones de su madre luego de que sus doce hermanos la hayan dejado prácticamente seca. Flo, la madre, ha parido a su prole en el sótano de una librería en la que miles de libros se alinean en estanterías a rebosar de ellos. Será aquí donde Firmin pase buena parte de su vida. Al principio los libros serán una golosina de la que se alimenta, siendo así que descubrirá distintos sabores según sea el autor que ha escrito las palabras impresas en ellos. Más tarde se convertirá en un lector voraz, ante cuyos ojos irán pasando todas y cada una de las páginas almacenadas en ese reducto del que será roedor único, pues su familia, pasadas las primeras semanas de dependencia materna, irá abandonando el nido para enfrentarse al mundo de fuera, que es desabrido y demasiado inmenso para tan pequeñas criaturas. A lo más que se aventura Firmin es a visitar, cada vez con mayor frecuencia, la planta superior, donde Norman, propietario de la librería Pembroke, pasa las horas atendiendo a sus clientes; y el cine Rialto, donde encuentra restos de comida bajo las butacas y puede ver películas antiguas, y, a partir de las doce de la noche, cintas pornográficas protagonizadas por lo que él llama Beldades. Más adelante, Jerry, un escritor de ciencia ficción que vive en el mismo edificio en el que se halla Libros Pembroke, lo acoge en su casa después de encontrarse a Firmin herido. Los días que pasen juntos serán los más felices para Firmin que, si bien no puede comunicarse con la palabra con Jerry, lo hace a través de la música que arranca a un piano de juguete, o haciendo ver que puede leer los pocos libros que posee.

Todo esto nos lo cuenta el propio Firmin por medio de un monólogo interior que mantiene cuando ya todo ha terminado, pero después de haber bailado con Ginger Rogers desnuda. Lo interesante de dicho monólogo es que Firmin, a causa de su apetito voraz por los libros, conoce cómo modular su discurso para que sea de lo más sugerente y enternecedor. Su historia, pese a ser la de una rata, es la de un hombre condenado a vivir en el cuerpo de una alimaña por la que los humanos, en general, sienten desprecio y asco. Firmin, como Norman y Jerry, es un ser frustrado, un personaje víctima de un sino contrario a su voluntad, cuya gran odisea no es haberse leído todo cuanto ha encontrado, sino narrar su miserable vida de rata y hacerla deliciosamente literaria jugando con las referencias a otras obras, las escritas por los que él considera grandes, desde Joyce a Dickens.

Firmin, a falta de poder usar papel y tinta, escribe en su mente y se inventa un destinatario para su historia. A dicho destinatario lo menciona de tarde en tarde por medio de una segunda persona en singular, con un usted distanciado cuyo referente tal vez sea Sam Savage, autor de la novela; aunque tiendo a pensar que lo que hace Savage no es otra cosa que mirarse en un espejo, de tal modo que se sirve de Firmin para hablar de sus miedos y de sus sentimientos, y que a quien se dirige de modo tan cortés como deferente es a cada uno de nosotros, lectores fascinados, con un poco o mucho de rata que ocultar.

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