Leo una entrada en Los archivos de Justo Serna dedicada a Kafka y su Metamorfosis y constato que el contraste de impresiones a partir de una misma lectura enriquece la propia, pues Justo Serna aporta una reflexión que no se me ocurrió en su momento sobre el incio de la novela, cuando Gregorio Samsa se descubre, al despertar, convertido en un insecto, en un escarabajo mostruoso. Y es que el horror que experimenta el personaje en ese instante no radica tanto en haberse transformado, sino en comprobar que dicha transformación es real, que no sueña, que, puesto que es verídica, se prolongará en el tiempo, tal vez para siempre. El drama de Gregorio Samsa no es haberse convertido en un bicho repugnante, el drama de Gregorio Samsa es haber dejado de ser físicamente humano y tener que enfrentarse a esa realidad sin el consuelo del tal vez, del acaso, del abre los ojos y despierta. Con esa mañana infausta en la vida de Samsa se inicia un periodo de amoldamiento imposible, pues su ser hombre es y será incompatible con su ser insecto, de tal suerte que lo que sucede es más angustioso si cabe frente a esta evidencia, que nos incumbe a todos.
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