jueves, 27 de agosto de 2009

La planta

Me confió su planta segundos antes de partir. La acompañó de una hoja manuscrita, introducida en un sobre, con los cuidados necesarios para su conservación anotados.

Se me quemó el sobre a los pocos minutos.

Al rato la planta resbaló de mis manos.

Quise recoger la tierra, recomponer lo dañado, pero su tallo y sus flores acabaron bajo mis pies.

Un desastre completo, sonreí avieso, iniciado al mirar por la ventana, con la planta aún entera, y descubrir que no hay escarmiento que me enmiende, por desagradable que sea.

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