miércoles, 10 de febrero de 2010

Libros prietos


Hay libros leídos hace años de los que uno guarda grata memoria, pero de los que sabe que si los vuelve a leer no extraerá sino una profunda decepción, pues lo que en aquel tiempo le pareció formidable, ahora es posible que le resulte decepcionante. Otros, en cambio, siguen resistiendo el paso del tiempo. El lector está convencido de ello y los recupera del estante en el que aguardan prietos desde hace lustros. Por supuesto, el placer que extrae de ellos no es igual al de entonces, pues se trata de un placer que no procede ya sólo del libro, sino de la madurez y la sabiduría que uno ha ido adquiriendo a lo largo del tiempo y que le hace advertir contenidos que si bien ya estaban presentes, la juventud le hizo ignorarlos; y si los vio, no les dio ninguna importancia. Al primer grupo, en mi caso, pertencen las novelas de Herman Hesse y Cortázar, al segundo, las de Kafka y Joyce, las de Dostoievsky y Tolstoi.

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