sábado, 20 de febrero de 2010

El estreno


La primera sorpresa de este libro es a quién dedica el autor cada uno de los relatos que lo componen. El tercero, titulado La inexistencia, lo dedica a Dante Alighieri y a Giavanni Boccaccio. No hay razón explícita de por qué a estos autores y no a otros. La respuesta hay buscarla en el propio cuento. En él se nos narra la historia de Pierpaolo Pizzi y de la joven Beatriz, una alegre becaria española que se encuentra en Florencia para realizar su doctorado. Dos son las circunstancias que van a impedirle desarrollar su trabajo: el país se encuentra en huelga permanente (no funcionan las universidades, no funcionan los servicios, no funcionan ni tan solo las farmacias) y su cuerpo, sujeto a la medida exacta de un metro setenta y uno, empieza a padecer una mengua acelerada de varios centímetros por día. En el primero, El sobrino de Bernhard, dedicado a Thomas Bernhard, un hombre encargado de vigilar la entrada y salida de personas y vehículos a unos renombrados laboratorios en su ciudad natal, se enamora inesperadamente de una joven hermosa cuyo parecido con la actriz Carole Bouquet le hace actuar de un modo irracional y, por ende, sumamente ridículo. El hombre apenas cabe en su cabina de vigilante, dado su volumen y, cada vez que se acerca al coche de la joven, sus movimientos resultan torpes y sus intentos por entablar conversación con ella patéticos. A esta historia de desamor va aparejada otra pretérita, la de su admiración por Thomas Bernhard, cuando joven, al que quiso conocer a toda costa. Para lograr su propósito se hace pasar por su sobrino, pero no lo consigue. Son siete los cuentos reunidos bajo el título de El estreno, que es también el del último de ellos, cada cual, repito, pensado y escrito para un autor de renombre de los que tal vez el del libro, Pablo J. D’Ors, ha aprendido a amar la literatura; cuando menos ha extraído la materia literaria para elaborar cada uno de ellos, escritos en un lenguaje depurado, en un estilo sin altibajos que atrapa y arrastra al lector. En la portada vemos a un hombre con bombín que vuela subido a un libro. La imagen retrata la sensación que he tenido con éste que tengo delante. Es posible, lo desconozco, que cada cuento de los siete que lo componen explore algún rasgo de la personalidad del autor al que están dedicados. Me parece evidente en el titulado El monje secular, cuyo protagonista y escritor evocado es Fernando Pessoa, pero no puedo decir igual del resto. ¿Hay algo de Italo Calvino en La lógica de los pies? Es probable y, sin embargo, la historia de Vittorio Pozzobone, obsesionado con una mujer-triángulo, podóloga y sumamente fea, me cuesta creer que se ajuste a la verdad de un escritor del que hace años tanto se hablaba y que hoy en día duerme, como tantos otros, bajo el peso de un mercado embutido con ficciones prefabricadas, parece que hechas en la cadena de montaje de una multinacional. Ésta, desde luego, no.

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