miércoles, 21 de octubre de 2009

La metamorfosis


Uno de mis grandes placeres como lector es el de descubrir nuevos títulos y nuevos autores que añadir a mi inventario. Otro, no menor, es el de recuperar lecturas ya olvidadas de las que conservo una impresión sutil, el recuerdo de un pasaje que me conmovió especialmente, y que, releídas ahora, me resultan acaso no tan deslumbrantes (tal vez porque no soy el mismo de hace quince o veinte años), pero sí igual de seductoras.

Finalizo La luna roja y tengo dos nuevos títulos a mano que llevarme a los ojos. Me digo que tal vez valga la pena revisar antes los alineados en los anaqueles, invisibles de tanto tiempo que hace que me acompañan. Miro los que conforman la colección Alianza bolsillo y topo con un volumen breve, de no más de 140 páginas. Se trata de La metamorfosis, la de Kafka, con una portada en negro en que la palabra METAMORFOSIS pasa, progresivamente, del blanco a un marrón desvaído. Reúne el volumen dos cuentos más: Un artista del hambre y Un artista del trapecio. El libro lo compré en 1981, según consta en la primera página. Puede que lo leyera entonces, no lo recuerdo bien. Sé que me impresionó profundamente. Había oído hablar mucho del libro. En aquella época se hablaba mucho de determinados autores, Kafka entre ellos. Releído ahora, la historia, más que sorprenderme, me ha conmovido.

La conmiseración no va dirigida tanto hacia el personaje, Gregorio Samsa, como hacia su familia. Me pongo en el lugar de cualquiera de ellos (de la hermana, que vence su repugnancia y procura que a Gregorio no le falte alimento y cierta comodidad, hasta que le puede más el asco que el cariño; o de los padres, que asisten a la inusitada transformación de su hijo sin saber qué hacer ante lo que no pueden por más que considerar una desgracia, acaso un castigo del que deben avergonzarse), y confieso que en una situación igual no sabría cómo comportarme: la monstruosidad requiere por parte de quien no la sufre, pero sí debe convivir con ella, un alto grado de sacrificio que ignoro si poseo. Si a ello se añade la dependencia económica que los miembros de la familia Samsa tienen respecto a los ingresos de su vástago: prometedor viajante cuyo futuro en la empresa en la que trabaja está más que garantizado; y el deterioro progresivo que observan en el estado físico del “bicho”, al que solo ven como tal, no como Gregorio, se comprende que mi lástima haya ido decantándose hacia aquellos condenados a vivir con la culpa de no saber si han hecho todo lo posible, mientras el escarabajo estuvo con ellos, por que la vida de éste fuese más decorosa, más digna de atención.

Me seduce además cómo Kafka presenta la historia y rompe esa separación sutil entre lo veraz y lo verosímil, aspecto al que directores de cine están dedicando últimamente sus películas, entre ellas Distrito 9, que, curiosamente, trata también de una metamorfosis de humano en insecto. Kafka, como suele decirse, se adelantó a su tiempo y presentó un hecho extraordinario sin recurrir a la escenografía siniestra de Stevenson con su mister Hyde, limitándose a realizar una crónica sin aspavientos de cómo un hombre común se despierta escarabajo y malvive con su familia.

2 comentarios:

  1. Buena reseña. De Kafka, he oído maravillas pero nunca he leído nada suyo (sí, ya lo sé. Es imperdonable). Llevaba bastante tiempo queriendo echarle un ojo a la Metamorfosis. A ver si cuando tenga el bolsillo menos apretado puedo hacerme con una edición.
    Con respecto a Distrito 9... pues no la he visto, pero un amigo cinéfilo me ha jurado y perjurado que es pretenciosa hasta decir basta. ¡Qué mala es la envidia! Veré que tal salgo después del visionado.
    Saludos, Juan.

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  2. Pretenciosa, según cómo se mire. Como película de acción, me parece realmente buena. Como película política, creo que cumple con su pretensión: condenar el "apartheid". En cuanto a su parte técnica, pues lo ya dicho: últimamente se está haciendo un tipo de cine que va más allá de lo verosímil y que tal vez abusa de un uso de la cámara excesivamente protagonista. Son esas películas disfrazadas de documental que, con su modo de presentarnos lo que cuentan, consiguen que el espectador las viva de una manera más próxima, más "real": REC sería un ejemplo.

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