sábado, 6 de noviembre de 2010

Ahora tocad música de baile


En su ensayo Por cuenta propia, Rafael Chirbes menciona a un escritor madrileño, Andrés Barba, exponente de una literatura que basa su motivo y valor en el modo como refleja la realidad de la que pretende ser espejo. La alabanza que hace Chirbes de sus novelas, las de Barba, especialmente de la primera, me movió a buscar alguna y hallé Ahora tocad música de baile, una historia incómoda que tiene como personaje central a Inés.

Inés es una mujer madura que empieza a presentar síntomas de un futuro Alzheimer. La enfermedad avanza rápido y en poco menos de cinco años hace de ella un ser pasivo, una criatura sin voluntad que vive al cuidado de su marido Pablo. Todo lo que se nos cuenta la tiene a ella como tuétano. Si muñeco ahora, sabemos a través de su esposo e hijos que sana no fue una mujer cariñosa, desafecta sí, tiránica incluso. Su forma de actuar dividió a la familia en dos facciones, la constituida por Pablo y su hija Beatriz; y la formada por ella misma y su hijo Santiago. Son tres las perspectivas, las voces, ya sean indirectas o no, a través de las cuales se nos cuenta lo que sucede a lo largo de esos meses en que Inés va haciéndose más dependiente. Cada una de esas perspectivas corresponde a uno de los miembros que conforman su familia. Falta la suya, pero no la necesitamos para conocer cómo fue Inés y cómo es ahora. Para Santiago, una suerte de diosa, modelo vivo de lo que él mismo quisiera aspirar. Para Beatriz, en cambio, un obstáculo que le impide la dicha propia, muro que abatir. Pablo, el marido, vendedor de billetes en la estación ferroviaria de Atocha, ya jubilado, al que jamás se le ha dado ocasión de mostrarse tal cual es, pues sus maneras no son ni mucho menos las que ella hubiera deseado encontrar en un compañero. La enfermedad, sin embargo, va a ofrecerles a todos ellos una oportunidad. Cada cual, acuciado por sus propios fantasmas, sumido en un pozo del que no le resulta sencillo salir, buscará el modo de librarse de una rémora que lo ha tenido sujeto desde siempre. Quien más fácil lo tiene es Pablo. Inés se encuentra a su disposición todas las horas del día. Se impone cuidar de ella y es el primero en comprender que ya no es la misma, que la mujer que mira y toca, con la que duerme, desayuna y comparte todo, no es aquella esposa hostil con la que ha convivido varios lustros. La degradación es paulatina, tanto más profunda cuanto mayor es el desconsuelo que experimentan sus hijos. El que peor lo lleva es Santiago. Hombre débil, busca con qué suplir lo que ya empieza a ser ausencia, al tiempo que un odio irracional se apodera de él. No es una novela gratificante para un lector que busque mera evasión. Es un novela que aborda cuestiones lacerantes, que hurga donde tal vez a nadie le gustaría ponerse a hurgar porque acaso hallaríamos la roña que se obstina, la que queda entre los pliegues. Avanza lenta, crece como un tumor maligno ante nuestros ojos lectores, llega a supurar incluso humores que no huelen bien. Pero tenemos que aceptar que las cosas, en según qué casos, son tal como se nos presentan. La vida no es grata por lo común. Y acaso el título, ese Ahora tocad música de baile, no sea más que una invitación a la felicidad, a esa felicidad que todos, por el simple hecho de haber venido a parar a este mundo, nos merecemos aunque solo sea durante un tiempo breve. Conseguirla, tal como sucede con estos personajes tristes, desenamorados de sí mismos, que conforman su trama, implica en muchos casos renuncia, pero también búsqueda angustiosa de aquello de lo que se carece. Novela, en fin, triste.


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