jueves, 4 de marzo de 2010

Bola de sebo


El ejército germano ocupa Francia y llega hasta la ciudad de Ruan. La población se aclimata poco a poco a la presencia extranjera. Algunos ciudadanos, con intereses en Le Havre, decide, con un salvoconducto proporcionado por el general en jefe, viajar en una diligencia por el territorio conquistado aun a riesgo de sufrir algún contratiempo que les impida llevar a cabo sus deseos. Entre los ocupantes de la diligencia se hallan representantes de las distintas clases sociales de la época. La diligencia es un microcosmos humano en el que se concentra la avaricia, la hipocresía, la religiosidad ostentosa, el puritanismo más acervo, el desprecio; pero también la entrega desinteresada de manos de Bola de sebo, una prostituta que sacrifica cuanto tiene en aras al cumplimiento de unos intereses mezquinos. El autor, con todo, no usa de un lenguaje maniqueo, no juzga, expone lo que sucede con una objetividad encomiable, lo que permite al lector hacerse él mismo una composición de lugar y llegar a sus propias conclusiones. Bola de sebo consiente, da. El resto aguarda y luego condena. Su posición desahogada se lo permite. Los que se dicen moralmente superiores, actúan de un modo miserable y al cabo se olvidan. Todo está bien si a cambio consiguen su propósito: huir de los soldados alemanes y llegar a Le Havre. El cuento es breve. El cuento es de una intensidad sobrecogedora. No se puede decir más con menos. Justamente está considerado uno de los mejores que se han escrito, si no el mejor. ¿Por qué la foto de John Wayne?, porque John Ford tomó este cuento de Guy de Maupassant para inspirar su película La diligencia, de 1939, en la que en vez de los alemanes, los que representan la amenaza son los indios.

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