miércoles, 26 de enero de 2011

Seda


De Seda, Alessandro Baricco, su autor, dice que no es una novela ni un cuento, sino una historia. No sé a ciencia cierta qué quiso decir con estas palabras. Sí me pregunto qué no hubiera hecho con un material como éste un novelista como el presente Nobel de literatura, Vargas Llosa; seguro que un novelón descomunal y exuberante, en la línea de El paraíso en la otra esquina, en el que los personajes habrían quedado retratados en todo su esplendor y sus acciones llevadas al extremo no solo de la sugerencia, sobre todo al de la apreciación mínima, que enriquece y ennoblece lo que se cuenta. No es el caso, repito, de este relato, o narración, o como quiera llamársele. Seda es, sí, una historia, la de un hombre, Hervé Joncour, que en el año 1861, el mismo en que Flaubert escribía Salammbô, emprende un viaje que lo llevará al otro extremo del mundo desde su pueblo natal, en Francia, en busca de lo que desde hace años es fuente de riqueza para buena parte de sus paisanos: huevos de gusanos de seda con los que más tarde fabricarán sus telas. El lugar al que acude es Japón. Allí, a cambio de oro, consigue de manos de una suerte de reyezuelo local, el preciado tesoro que, con cuidado extremo, conducirá a lo largo de tres meses por tierras de China, Oriente Medio y Europa al fin; tiempo bastante antes de que empiecen a salir las larvas que luego elaborarán lo capullos. Los capítulos son breves, apuntes con los que, de un modo muy conciso, se nos da noticia de cuanto acontece a este personaje. Puede parecer que libro tan breve no pueda contener una historia tan vigorosa como la presente, y sí, la contiene. El secreto, pienso, se halla en qué acontecimientos ha sabido escoger el narrador y en su trabazón; pero ante todo en el ritmo que ha sabido conferir a esta prosa escueta, pero no simple. Una muestra de ello son los diálogos, pocos, pero sustanciales, en los que, sin apenas palabras, llegamos a hacernos una idea fiel de la personalidad de quienes los pronuncian. Baste decir, por último, que, con una capacidad de síntesis muy moderna, Baricco escribió una novela decimonómica a la que no tuvo más remedio que llamar historia, porque dice menos de lo que en verdad podría decir, porque es muy posible que lo que pretendiera es que un lector avezado, de los que han leído a Dickens, a Tolstoi, a Balzac, a Pérez Galdós..., pudiera hacerse él mismo su propia novela mental con los ingredientes más básicos; pero no por ello menos emocionantes, o menos sugerentes que si los hubiera contado por extenso. Muy recomendable lectura. Un nuevo descubrimiento de un autor que conocía de oídas. Su historia de amor, la del libro, inolvidable.

1 comentario:

  1. Conocí a Baricco a través de esta fascinante novela. Totalmente de acuerdo en que es una lectura muy recomendable. Se permitió luego el sacrilegio de desacralizar la Iliada. Y si uno logra abstraerse d enuestra herencia cultural (es muy, muy difícil), no lo hizo tan mal. Luego lo leí casi todo, pero nada lo recuerdo con el cariño con que lei esta obra.

    Saludos.

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