viernes, 29 de mayo de 2009

Ciudadano Sade


Hace algún tiempo, y a invitación de un amigo, hice una breve reseña de un autor que personalmente me fascina: Gonzalo Suárez, cineasta de prestigio y escritor de los que pasan desapercibidos en el sobrecargado mundo editorial español. Releyendo la mencionada reseña, creo que el primer párrafo puede servir para dar idea de una de sus novelas, Ciudadano Sade, acaso no la mejor de las que ha escrito, per sí muy interesante por el tratamiento que hace de una de las figuras tal vez más extrañas de cuantas empuñaron la pluma en el llamado Siglo de las Luces francés.

"Abordar un personaje tan amoral como Sade se me antoja una empresa cuanto menos difícil, pues se corre el riesgo de caer en la tentación de limitarse a recrear una a una sus desmesuras y transformar lo que en principio pretende ser una obra literaria en un panfleto pornográfico. Conzalo Suárez sabe eludir sabiamente el peligro y sin hacer del marqués un virtuoso consigue llevarlo a su propio terreno. Vale que nos describe algunas de sus crueldades sin omitir los pormenores más escabrosos de las mismas (no en balde son éstas las que han dado fama al individuo), pero siempre desde una perspectiva que no busca el refocilarse en ellas, sino el retrato psicológico de quien las urde. Hombre de su tiempo, convertido en monstruo de la Razón al modo goyesco, el acierto de Suárez es hacer de su protagonista un ser que busca por encima de todo sustraerse del mundo, del que no quiere ser uno más, por medio del teatro; esto es, de la escenificación de su fecunda y exacerbada fantasía. Teatro fuera del teatro, perversión llevada a sus últimas consecuencias, que tiene a putas como víctimas propicias por anónimas y socialmente despreciables. Sade, sin embargo, no hace nada que otros más distinguidos no hagan al amparo de un comportamiento hipócrita y una religiosidad de ornamento; lo que le distingue y convierte en peligroso es que grita contra esa impostura y no duda en escribir abiertamente sobre sus ideas libertinas, que barren con todo lo divino y civilizado. Es en este aspecto de su personalidad donde Suárez centra la atención de la novela, y el lector lo agradece."

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