Segunda de las novelas que leo dedicadas a Salvo Montalbano, el personaje de Andrea Camilleri, cuyo apellido, el del comisario, según supe hace tiempo, es un homenaje a Vázquez Montalbán. La luna de papel es su título. Se inicia con la denuncia de una desaparición, la de Angelo Pardo, hombre soltero, de profesión representante de productos farmacéuticos, aficionado a tener relaciones con mujeres hermosas. La persona que hace la denuncia es su hermana Michela. Acompaña al comisario hasta la casa de Angelo, ya que ella tiene las llaves, y Montalbano lo encuentra finalmente en un cuarto en la terraza del edificio con un tiro que le ha destrozado la cara, y el pene colgando fuera del pantalón. Todo indica que es un asesinato pasional, pero las pesquisas del comisario le permitirán descubrir una personalidad distinta a la que la hermana y presente amante de la víctima, Elena, conocen de él, descartando la primera impresión. La de éstas, su personalidad, también tiene gran importancia en la novela. La relación que mantiene la amante con Angelo es una relación adúltera, pues ella está casada con un profesor que le permite la infidelidad con la condición de que le cuente todos los detalles y no le oculte dónde y cuándo tendrá sus encuentros con Angelo. Michela mantiene, por su parte, un trato de dependencia unilateral que llega a ser enfermiza, lo que obliga a su hermano a tomar medidas contra ese control indeseado. El estudio de personajes, pues, resulta muy atractivo y es la base de esta obra redonda, con ciertos giros inesperados al final que la hacen más atractiva de lo que ya es de por sí. Si la novela de género policíaco tiene como uno de sus propósitos el conocimiento a fondo del alma humana, La luna de papel es una muestra fiel de ello. ¿Quién no ha creído alguna vez, cuando niño, en las historias que se nos contaban para explicar los misterios que nos asombran y preocupan a veces? ¿Quién, obnubilado por su belleza, no ha aceptado que la luna esté hecha de papel? Aquí la mentira es eje primordial del argumento y de la investigación llevada a cabo por Montalbano. Mentiras que nos consuelan, que nos hacen la vida más sencilla, que, pese a hacernos daño a veces, nos ayudan a sobrellevar los sinsabores, por sombríos o escabrosos que sean, los de Elena y Michela, también los de Salvo. Todos precisan engañar y auto engañarse. El paso del tiempo, como a Montalbano, no perdona a nadie.
martes, 7 de septiembre de 2010
La luna de papel
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